Por NOTICIASCD.MX
- Con muchas dudas llega la alcaldesa de Xochimilco a rendir cuentas presupuestales al Congreso CDMX
CDMX, 30 noviembre 2025.- Por más de un año, el nombre de Circe Camacho se ha convertido en sinónimo de un estilo de gobierno cerrado, hermético y cada vez más distante de las comunidades de Xochimilco. Convertida en una piedra en el zapato para Morena, la petista podría entregar la alcaldía a la oposición en el 2027 y dejar fuera a Morena, de ahí la preocupación del movimiento “transformador” de cerrar filas en esa demarcación.
En entrevistas con actores políticos, líderes comunitarios y habitantes, surge un retrato duro y consistente: una alcaldesa con mínimo capital político propio, sin capacidad para traducirlo en gobernanza; con presencia pública, pero sin presencia territorial; con discurso, pero sin escucha.
Más allá de los programas sociales, la percepción de la mayoría de xochimilcas es que Camacho ha construido un círculo político estrecho que opera como barrera y filtro, cancelando la posibilidad de interlocución directa con las comunidades.
Un liderazgo rígido que ha perdido conexión con la base
El sello más visible de su estilo de gestión es la centralización de las decisiones. Diversas fuentes consultadas señalan que la alcaldesa privilegia una dinámica vertical, poco inclinada al diálogo y reacia a incluir propuestas que no provengan de su núcleo político inmediato.
Esto ha generado fricciones con organizaciones históricas de Xochimilco, pueblos originarios y grupos vecinales que esperaban una relación de cercanía y consulta constante.
“La jefa gobierna como si Xochimilco fuera un escenario, no un territorio vivo. Todo pasa por su círculo. La comunidad quedó al margen”, señala un exfuncionario local.
Fallas en la construcción de alianzas: un gobierno políticamente aislado
A diferencia de otros liderazgos territoriales que sostienen su operación mediante pactos, mesas de trabajo y acuerdos comunitarios, la gestión de Camacho ha avanzado —dicen fuentes internas— con poca flexibilidad política.
Ese aislamiento ha tenido costos: conflictos con sectores productivos, tensiones con transportistas, choques con comités ciudadanos y desencuentros con actores de Morena en la zona sur de la ciudad.
Incluso dentro de su propio partido, militantes consultados destacan un malestar creciente por lo que consideran “falta de articulación política”.
Seguridad: el punto donde más se resiente la ausencia de estrategia
Si hay un terreno donde la imagen pública de Camacho ha sufrido, es en seguridad. Los habitantes entrevistados describen una sensación de vacío institucional, donde la alcaldía repite mensajes de coordinación, pero sin claridad operativa.
“No es que estemos peor solo por la delincuencia; estamos peor porque no hay liderazgo. No se ve una estrategia”, afirma un dirigente vecinal.
Especialistas consultados destacan que la alcaldía no ha logrado construir un modelo propio de prevención ni una narrativa que dé certidumbre. La percepción domina sobre los datos: inseguridad como síntoma de un gobierno sin rumbo.
Movilidad y servicios: la administración de las ocurrencias
Las quejas por obras mal comunicadas, cierres repentinos y decisiones sin consulta han apuntalado la imagen de una alcaldía reactiva. Para urbanistas consultados, el problema no es solo la carga vehicular, sino la incapacidad del gobierno para anticiparse.
“La alcaldesa opera como bombero: llega cuando ya se quemó el terreno”, resume un académico especializado en gestión local.
Los habitantes comparten la impresión de que la demarcación se gobierna “por parches”, sin un proyecto urbano integral.
Un estilo personal que ha generado desconfianza
En pueblos y barrios, la figura de Camacho despierta comentarios duros. No señalan hechos puntuales, sino una forma de relacionarse: encuentros controlados, filtros estrictos, poco margen para el diálogo espontáneo y una relación distante con sectores críticos.
“Es un gobierno sin piel”, describe un líder comunitario.
“Todo se decide arriba, y la alcaldesa casi no escucha.”
Esta percepción ha erosionado su narrativa de cercanía y juventud, que al inicio representaba una ruptura con administraciones anteriores.
Gobernanza debilitada: el talón de Aquiles de su gestión
El elemento que más peso tiene en su desgaste político es el diagnóstico compartido por especialistas, funcionarios pasados y organizaciones locales: la falta de gobernanza.
No solo se trata de programas que avanzan lentos o dependencias desconectadas; es la sensación de que el gobierno opera sin un plan político claro.
En palabras de un analista consultado:
“Camacho llegó con capital simbólico, pero no con estructura. En un territorio tan complejo como Xochimilco, eso cobra factura rápido”.
La encrucijada política de Camacho
Hoy, el perfil político de Circe Camacho enfrenta un punto crítico: un liderazgo desgastado, un territorio inconforme y un gobierno que no ha logrado consolidar legitimidad.
El reto no es solo administrativo, sino político: reconstruir el vínculo con la base, abrir el gobierno, incorporar voces externas, recuperar la iniciativa en los temas que más lastiman a la demarcación y dejarse de acusar a gobiernos anteriores -como el de José Carlos Acosta-, de todas sus deficiencias, corruptelas e inutilidades a más de año y dos meses de gobierno.
Porque, por ahora, la imagen predominante es la de una alcaldía encapsulada en sí misma, mientras Xochimilco avanza hacia un creciente descontento social que podría derivar en una de las alcaldías que pierda Morena en el 2027.









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