“Cierran filas ante el fracaso”
Por HHR
CDMX, 22 octubre 2025.- La reunión entre legisladores de Morena, el Partido Verde y el Partido del Trabajo con concejales de las 16 alcaldías de la Ciudad de México fue presentada como un ejercicio de “coordinación para avanzar en la Transformación”. Pero más que un diálogo institucional, el encuentro se pareció a una instrucción partidista: cerrar filas en torno a Clara Brugada, una jefa de gobierno a la que la capital comienza a quedarle grande.
En el discurso, abundaron los llamados a la unidad, a la coordinación y al compromiso con “el segundo piso de la Transformación”. Pero entre líneas, lo que realmente se escuchó fue un mensaje de control político: nadie puede desentonar, mucho menos cuestionar la gestión de Brugada, que en pocos meses ha mostrado señales preocupantes de parálisis, desorganización y distancia con la ciudadanía.
Los concejales, figuras que deberían servir de contrapeso dentro de las alcaldías, son ahora convocados a alinearse con el relato oficial. En lugar de ser la voz de los barrios, pueblos y colonias, se les pide ser los mensajeros del proyecto de gobierno, aunque en los territorios el malestar crece. Seguridad, movilidad, servicios urbanos y desarrollo social siguen siendo los mismos pendientes de siempre, y el discurso de la “Transformación” suena cada vez más hueco frente a los baches, la inseguridad y la falta de resultados tangibles.
El llamado del presidente del Congreso, Jesús Sesma, a dotar a Brugada de “las herramientas legislativas necesarias” revela el fondo del asunto: no se busca colaboración, se exige obediencia. En un momento en que el gobierno capitalino necesita rendir cuentas por su ineficacia, se elige la ruta del blindaje político.
La Ciudad de México, históricamente crítica y participativa, merece algo más que un coro de aprobación automática. Clara Brugada prometió continuidad y cercanía, pero hasta ahora ha mostrado improvisación y un estilo de gestión encerrado en el discurso y alejado del territorio. Su insistencia en que “la base de la Cuarta Transformación es la gente” contrasta con un gobierno que parece más preocupado por cuidar la imagen que por escuchar a los ciudadanos.
Cerrar filas no resolverá los problemas de la capital. La disciplina partidista puede mantener la fachada de estabilidad, pero no puede tapar la falta de rumbo. En la Ciudad de México, donde la pluralidad es parte de su identidad, gobernar con miedo al disenso solo agrava el desgaste.
La lealtad, cuando sustituye a la competencia y la autocrítica, se vuelve una forma de debilidad. Y hoy, esa parece ser la brújula del gobierno capitalino: defender el proyecto, aunque el proyecto se desmorone.
Discussion about this post